jueves, octubre 07, 2004

Cuestión de palabras...

En la "era de la comunicación" en la que nos hallamos inmersos, la fuerza del marketing en la transmisión de ideas es mucho mayor de lo que, a primera vista, puede parecer. Al predominar en el receptor una actitud pasiva ante lo que recibe -fruto de una dilatada y continua experiencia frente al televisor-, lo importante no es tanto lo que nos llega sino su apariencia: un buen envoltorio "seguro que ofrece algo interesante".
Por eso, no dejo de sorprenderme ante la taimada astucia de tantos medios que, so capa de progresismo liberal y liberador, venden baratijas como si fueran diamantes. Si a un imaginario extraterrestre, en visita turística por nuestro país, intentaras explicarle por qué a una clínica abortiva se la llama "centro de planificación familiar", o al simple y llano aborto lo denominamos "interrupción voluntaria del embarazo", uno tendría que echar mano de toda su capacidad argumentativa... para concluir que es imposible.
Ahora toca el así llamado "matrimonio de homosexuales", lo cual es una contradicción "in terminis", ya que el matrimonio es, como todo el mundo creía saber hasta ahora, la unión de un hombre y una mujer, con una serie de características -para toda la vida, y detalles nimios semejantes-. Por no hablar de la moda imperante en ciertos ambientes de hablar de los "heteros" -como si fueran una especie de bichos raros y, sobre todo, carcas-, o de lo último en terminología freeky, como es "metro-sexual", creada para "normalizar" el término homosexual; para que, digamos, te salga más natural. Y sobre este tema, aconsejo echar un ojo a este libro, que apunta ideas muy sugerentes.
Me gusta mucho el marketing pero, señores, seamos honrados.